jueves, 17 de mayo de 2012

LA IDEOLOGIA CONFIGURA LA PRÁCTICA: UNA REFLEXION ANTICIPANDO EL 15M DE MANUEL CASTELLS


Aunque escrito hace 7 años, circula por la red con motivo del aniversario del 15M una reflexión de Manuel Castells sobre el anarquismo y la autogestión de la que he intentado resumir lo mas relevante. El artículo se titula Neoanarquismo y se publicó en La Vanguardia el 21 de mayo de 2005. Pero ¿cómo conciliar un movimiento de política en red con la construcción de un futuro común y la transmisión entre generaciones como plantea por ejemplo Hollande en el discurso que he resumido en el post sobre la Escuela Republicana?

Dice Castells que nuestra época no es la del fin de las ideologías, sino del renacimiento de aquellas que encuentran eco en la experiencia presente. Tal es el caso del anarquismo, que, bajo nuevas formas y expresiones, aparece en los movimientos sociales contra la globalización. En los foros y en la red, las simpatías mayoritarias van hacia formas apenas organizadas y generalmente auto-gestionadas de la movilización y del debate. 
En realidad, afirma, la fuerza de las ideologías depende de su contexto histórico. Y la hipótesis de Castells es que el anarquismo, en contra de la creencia general, se adelantó a su tiempo. Considera que su vulnerabilidad provino sobre todo de haber designado como enemigo principal al Estado nación en el preciso momento en que se armaban las máquinas de guerra nazi-fascistas, estalinistas y liberal-democráticas para exterminarse los unos a los otros y asegurar, a través del Estado, el control de cuanto más mundo pudieran. El siglo XX fue el siglo del Estado nación.
Pero el triunfo de los estados, de uno y otro signo, condujo a su crisis medio siglo después. El comunismo no fue capaz de digerir el desarrollo de las fuerzas productivas porque la revolución tecnológica y de la información no podía asumirse sin una sociedad autónoma del Estado. Y el capitalismo, en su dinámica expansiva, se globalizó, socavando las bases del Estado nación sobre el que se asentaba políticamente. La economía se hizo global, el Estado siguió siendo nacional y entre los dos, la sociedad, se atrincheró cada vez más en lo local o se transformó en una colección de individuos.

Mucha gente, sobre todo jóvenes, dejaron de creer en los políticos, aunque no en la política, en otra política. De modo que mientras los grandes poderes se definen en una compleja relación entre la globalización y los estados nación, la supervivencia y la resistencia surge desde lo individual y lo local. O sea, los materiales con los que se construyó la ideología anarquista.
Ahora bien, la gran dificultad para el anarquismo siempre fue cómo conciliar la autonomía personal y local con la complejidad de una organización productiva y de la vida cotidiana en un mundo industrializado y en un planeta interdependiente. Y es aquí donde la tecnología Castells considera que resultó ser una aliada del anarquismo. En lugar de grandes fábricas y gigantescas burocracias, la economía funciona cada vez más a partir de redes. Y en lugar de estados nación controlando el territorio, tenemos ciudades-Estado gestionando los intercambios entre territorios. Todo ello a partir de internet, móviles, satélites y redes informáticas que permiten la comunicación y el transporte local-global a escala planetaria. La disolución del Estado y la construcción de una organización social autónoma a partir de personas y grupos afines, debatiendo, votando y gestionando mediante la red interactiva de comunicación, ¿Utopía? No, ideología. Castells explica: la utopía prefigura el mundo deseado. La ideología configura la práctica. Con la utopía se sueña. Con la ideología se lucha. El anarquismo es ideología. Y el neoanarquismo es un instrumento de lucha que parece adaptado a las condiciones de la revuelta social del siglo XXI. Bueno, uno de los dos instrumentos. Porque mientras el anarquismo clama, como hizo siempre, "ni Dios, ni Señor", su principal competidor en la resistencia al capitalismo global es precisamente: "Dios como mi único Señor". Frente a un capitalismo global fuera de control, la resistencia surge de la oposición contradictoria entre fundamentalismo y neoanarquismo.

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